Diario Salmon

ULTIMA HORA

Contrarreforma ESG y desregulación

En plena efervescencia legislativa en Bruselas, el debate sobre el paquete “Omnibus” y la posible desregulación del reporting ESG entra en una fase crítica. Durante estos días, EFRAG, el grupo asesor europeo en reporting financiero y no financiero, publicará una versión simplificada de las normas ESRS, mientras el Consejo de la UE intentará acordar su posición antes de que finalice la presidencia polaca. El objetivo es reducir sustancialmente el número de empresas obligadas a cumplir con la Directiva CSRD y la CSDDD, limitando su alcance a compañías con más de 3.000 empleados.

Este giro recortaría drásticamente el impacto de ambas normativas, con implicaciones profundas para la comunicación corporativa. La desregulación amenaza con diluir la utilidad y legitimidad de los estándares de sostenibilidad, justo cuando muchas empresas ya habían invertido en profesionalizar su narrativa ESG. A pesar de lo que podría suponerse, no todas celebran esta “pausa regulatoria”. Un reciente estudio de WeAreEurope y HEC París revela que incluso empresas que podrían quedar exentas —con menos de 1.000 empleados— desean seguir dentro del marco regulatorio. La razón es que consideran que los datos ESG no son un trámite, sino una ventaja competitiva.

En este contexto, el rol de los dircoms se redefine. Ya no se trata solo de emitir mensajes inspiradores sobre sostenibilidad, sino de construir una comunicación basada en hechos, datos y trazabilidad. “La sostenibilidad ya no es una narrativa, es una métrica”, como señalan desde el sector. Según el estudio citado, el 89 % de las empresas cree que la regulación mejora la transparencia ante inversores y otros grupos de interés, además de fortalecer la estrategia y la gestión de riesgos. La clave está en convertir el reporting en una herramienta de reputación y competitividad.

Además, muchas empresas que podrían quedar fuera del perímetro legal seguirán afectadas indirectamente. Al formar parte de cadenas de valor de grandes compañías sí sujetas a la CSRD, se verán obligadas a recopilar y reportar datos ESG si quieren mantener contratos, acceder a financiación o conservar su posición en el mercado. Esta exigencia es especialmente evidente en sectores como el energético, donde la trazabilidad de las emisiones de alcance 3 se ha vuelto un estándar contractual para proveedores. En este entorno, no comunicar es quedarse fuera.

La comunicación de la responsabilidad social también debe adaptarse al contexto internacionalMientras Europa discute retrocesos regulatorios, China ha lanzado sus primeros estándares de divulgación ESG, obligatorios para grandes empresas y alineados con marcos como GRI o ISSB. Esto subraya que la transparencia ESG está dejando de ser un principio ético para convertirse en una barrera de entrada a los mercados globales. Las empresas que quieran operar internacionalmente deberán medir, reportar y, sobre todo, comunicar con rigor.

Ante este escenario, las compañías con visión estratégica no frenan, sino que están estableciendo flujos de trabajo y sistemas tecnológicos para integrar la gestión ESG en sus operaciones. Desde la conexión de software especializado con los sistemas ERP hasta la implementación de evaluaciones de doble materialidad, se preparan para un entorno donde comunicar sostenibilidad no es solo reputacional, sino estructural. Los estándares, como los GRI, IFRS o VSME para pymes, ya se están adoptando como lenguajes comunes.

La incertidumbre regulatoria no justifica la inacción. Al contrario, pone a prueba el liderazgo y la coherencia de las empresas con sus compromisos de impacto y transparencia. Quienes sepan contar bien su impacto conservarán su reputación, ganarán en competitividad y estarán sentando hoy las bases de negocios más sólidos, resilientes y preparados para una economía que avanza hacia mayores exigencias de trazabilidad, conexión y credibilidad.

Las Más vistas

Entradas Relacionadas