La Oficina Presupuestaria del Congreso (CBO) ha publicado esta semana un informe que alerta sobre el notable deterioro de las cuentas públicas de EE. UU. durante el primer semestre del año. El déficit fiscal acumulado hasta junio supera los 1,6 billones de dólares, un 22% más que en el mismo periodo de 2024.

Esta expansión del déficit responde, en gran parte, a los nuevos estímulos fiscales implementados por la administración Trump tras su reelección. Entre ellos, destacan las ampliaciones del crédito fiscal por hijo, la reducción temporal del impuesto sobre la renta para las rentas medias y el aumento del gasto en defensa y manufactura nacional bajo el programa “America First Manufacturing Act”.

La Reserva Federal observa con cautela este escenario, ya que la mayor expansión fiscal, combinada con una economía que mantiene una tasa de paro del 3,8% y una inflación interanual del 2,6%, podría dificultar futuras bajadas de tipos de interés.

Desde Moody’s, advierten de que “la política fiscal estadounidense corre el riesgo de volverse estructuralmente expansiva” y no descartan una revisión del outlook crediticio del país, actualmente en ‘estable’.